La idea de libertad, ha adquirido a lo largo de la historia de la filosofía matices diversos, incluso contradictorios. Los griegos abordaron el concepto en sus múltiples dimensiones. Consideraron el orden cósmico que asignaban al destino, la importancia de la autonomía política y la libertad individual, desembarcando inequívocamente, en el dilema moral que subyace en la profundidad del concepto de libertad.
Según Sartre acerca de la libertad, a la cual considera una condena. "El hombre está condenado a ser libre", dijo. "Condenado porque no se ha creado a si mismo y sin embargo es libre. Porque una vez que ha sido arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace".
Según Kant desde la perspectiva de la razón práctica, si queremos entender la experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la libertad si en sus acciones las personas están determinadas por causas naturales, es decir si carecen de libertad, no podemos atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral; de este modo, la libertad es la ratio essendi (la condición de la posibilidad) de la moralidad, a la vez que la moralidad es la ratio cognoscendi (lo que nos muestra o da noticia) de la libertad.
La ley de la autonomía de Hartmann encuentra su aplicación en la relación de todos los estratos superiores con los inferiores. La libertad de la voluntad no significa un menos, sino un más de determinación; no cancela la determinación por las leyes causales, sino que la dirige, gracias a la intervención de una determinación superior: la libertad.
La libertad desde el punto de vista de una casi ingeniero para nada filósofa es poder tener el control de nuestras vidas, poder ir en el camino que pensamos es el mejor para cada quien sin pedir autorización, es pensar como queremos. También es una condición que nos acerca al resto de los seres vivos, aquellos que son más libres de lo que puede ser cualquier ser humano.
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